Es bien sabido ya que Hipólito Sinache no da por sentado
ningún saber académico ni se resigna mansamente a creer en las muchas
falsedades que pueblan las repisas de las más afamadas bibliotecas.
Sinache
duda, con la fuerza y la convicción de Descartes en su famoso Discurso del
Método. Por insignificante que parezca el dato falaz, merece el juicio
lapidario del espíritu revisionista de nuestro recopilador. En este caso nuestra
distinguida enciclopedia nos acerca, una vez más, al sorprendente misterio de
un antecedente desconocido que desnuda un capítulo ignorado -tal vez
intencionalmente - de la literatura gauchesca. Concretamente, este capítulo
está dedicado a desenmascarar la supuesta originalidad del film Secreto
en la Montaña del director Taiwanés Ang Lee y cuyo guión (para nada
original como se verá más adelante) es de Annie Proulx y está basado en su relato corto (evitaremos
aquí el chiste fácil).
El film trata
sobre un amor clandestino que se da entre dos personas en Estados Unidos con la
montaña Brokeback como escenario. Hasta aquí parece una historia de amor
clásica, al mejor estilo Romeo y Julieta, si no fuera porque debemos aclarar
que las personas enamoradas en secreto son dos hombres, que para más datos son
rudos vaqueros y que la montaña se llama ‘Espalda Quebrada’ si tenemos ganas de
andar traduciendo sin sutilezas. La película ha sido un éxito en diferentes
países y mucho se ha comentado sobre ella pero la función de esta enciclopedia
es la de develar la verdad y no aplaudir falacias consensuadas.
Por tal
motivo, y movido por el recuerdo de un comentario recibido en un asado en pleno
corazón de la Pampa. Hipólito Sinache, desempolvó antiguos manuscritos, realizó
viajes al interior del país, conversó con evasivos personajes telúricos y
finalmente dio con un viejo gaucho que fue testigo de la verdadera historia
original inspiradora del relato cinematográfico.
Usted está a
punto de enterarse que lo que Ang Lee plasmó en el celuloide no es otra cosa
que la historia de Martín Fierrazo, un gaucho de ajustado chiripá y andar
dudoso, que supo gastar los caminos de Sauce Seco en busca de cariño. Sinache
tuvo acceso al libro original que contiene los versos que Martín Fierrazo
escribió en sus años mozos a modo de libro íntimo y que cayó en manos de un
peón de estancia despechado que lo vendió a Hollywood con la lógica
metamorfosis de los personajes gauchescos en cowboys.
El conocimiento suele
ser, en ocasiones, un placer doloroso. Este es uno de esos casos ya que esta revelación
romperá, de alguna forma, con el imaginario del gaucho al estilo de Lindor
Covas, ‘el cimarrón’, inmortalizado por Walter Ciocca.
El libro
vendido por Agapito, tal era el nombre del peón ladino, a Holywood lleva por
nombre Memorias de Martín Fierrazo y algunos de sus versos son los que
transcribimos hoy como prueba contundente de lo expuesto hasta aquí:
Cuando
la Pampa es un pozo
Donde
se entierra el lucero
Surge
este canto sincero
Que me
aprieta como un lazo
Porque
no se le niega el abrazo
A un
gauchito lisonjero
Pido
a los santos del cielo
Que
ayuden mi pensamiento
Y
verán que no les miento
Cuando
les cuente mi historia
Aunque
haya asado con pimientos
Prefiero
la zanahoria
Hay un
cielo que me nombra
Y una
estrella me ilumina
En esta
pampa argentina
Cuando
el corazón me da un salto
Yo me
pongo tacos altos
Y me
disfrazo de china
Y si me
gusta el convite
De un
morochón bien fornido
El
pecho se me hace un nido
Pa’
cobijar un jilguero
Y voy
con paso decidido
Aunque
resigne el aujero
El
viento me trae de lejos
La
canción del amor perdido
Como el
soldau, que aún herido,
ha de
enfrentar al malón
Más de
un gaucho me ha querido
Pa
funda de su facón
De
recordar el momento
El
corazón se me escalda
por
culpa de aquella falda
Que me
tejieron las Pereyra
Igual que
a Don Juan Moreira
Me
clavaron por la espalda