El caso que hoy nos ocupa es por demás
asombroso. Si bien esta enciclopedia se caracteriza por estar habitada por
curiosidades históricas y biografías prácticamente desconocidas, no deja de ser
un hallazgo que nos enorgullece este capítulo especial que es fruto de años de
trabajo de investigación.
Concretamente, estamos en
condiciones de someter a la consideración de nuestros lectores la historia de
Telémaco Arjonis, el trovador del pueblo. Hijo de Egisto, el navegante y una
sirena llamada Eurídice, Telémaco desarrolló desde muy pequeño un sentido
musical muy particular. Acompañado por su arpa, era capaz de hacer canciones
con frases muy elementales pero que, a pesar de su precariedad, embelesaban a
los que las escuchaban.
Esto era adjudicado, en
parte, a que su madre era una sirena y es sabido que los cantos de esta especie
tienen poderes hipnóticos. Este argumento les sirvió también a los demás chicos
de algunas colonias griegas para asegurar que Telémaco era medio pescado.
Lo cierto es que Arjonis
creció al ritmo de su fama, y si bien comenzó a cantar en las calles por unas
monedas, pronto su público empezó a reclamarle otros escenarios. Lo
sorprendente es que crecer como artista no lo llevó a perfeccionar su sintaxis
y su prosa era abiertamente chabacana y vulgar.
A sabiendas de que sus
canciones tenían un efecto irresistible, le ponía poca atención al cuidado en
el armado de los versos y a la forma de expresar sus emociones, aún las más
bajas. “Si te agarro te parto” es una de las piezas más reconocidas de este
peculiar cantautor, algunos de los versos de esta composición son éstos:
Si te agarro te parto
tierna hija de Afrodita
de tus desaires estoy harto
y de tu fama de maldita.
Tienes más revolcones
que un gladiador romano
empezaré por tus talones
hasta donde llegue mi mano.
Como podemos ver, la
composición tiene muy poco de poética, es más bien chocante y hasta repulsiva.
Sin embargo las aldeanas desmayaban por temas como éstos y se enamoraban
perdidamente de Telémaco que no hacía otra cosa que llenar sus bolsillos de
dracmas. La fama de este juglar, devenido en ídolo popular, creció de tal
manera que llegó a llenar doce veces el Partenón con una serie de recitales sin
precedentes. Tal fue el fenómeno que se dio en torno a su figura originó el
nacimiento de la Escuela Arjónica que luego fue retomada por filósofos de la
zona y transformada, menos por necesidad que por vergüenza de su origen, en la Escuela
Jónica (famosa por sus columnas) que tuvo su apogeo en el siglo VI a.C y cuyos
principales exponentes fueron Tales, Anaximandro y Anaxímenes, todos oriundos
de Mileto (lugar al que Arjónis le dedicó unos versos irreproducibles) y
Heráclito de Éfeso. El rasgo distintivo de esta corriente filosófica se basaba
en la tendencia “arjoniana” de ver la realidad de una manera natural, casi
salvaje.
Otra característica de
Telémaco Arjonis era su uso y abuso de las contradicciones y la convivencia permanente
de los opuestos como lo expresara en muchas de sus composiciones como su ya clásica
“Agarrame que me caigo”:
Soy un guerrero sin guerra, /
un romano sin perra / ni loba que lo
amamante. / Soy un pájaro sin vuelo / que vive besando el suelo / como la
trompa del elefante. / Y cuando subo hacia abajo / siento como un desarraigo /
y te grito en mi silencio / ¡Agarrame que me caigo!
Heráclito, el representante
más importante de esta escuela expresó estos conceptos con mayor nitidez a
través de preceptos filosóficos como los siguientes:
La realidad es
contradictoria, en su seno se dan elementos opuestos. Los elementos opuestos se
necesitan unos de otros. El movimiento como rasgo básico de la realidad tiene
su origen en el enfrentamiento, oposición o lucha entre los elementos
contrarios.
Pero el descubrimiento más
sorprendente de este extenso trabajo es que Telémaco
Arjonis es un ancestro directo del popular cantautor contemporáneo Ricardo
Arjona, quien desconoce por completo este antecedente histórico, pero resulta
ser un reflejo casi exacto de su antecesor griego.
Si tomamos algunos versos de Ricardo Arjona observamos una coincidencia total en la conformación de la estructura y la temática de las composiciones con Arjonis, el trovador popular. Basta con citar estos casos contundentes:
Si tomamos algunos versos de Ricardo Arjona observamos una coincidencia total en la conformación de la estructura y la temática de las composiciones con Arjonis, el trovador popular. Basta con citar estos casos contundentes:
“De vez en mes con tu acuarela,
/ pintas jirones de ciruelas, / que van a dar hasta el colchón.”
“…levantarle la falda a la
gorda del barrio”
“Acompañame a estar solo… /
Acompañame al silencio / de charlar sin las palabras…”
“No es ninguna aberración
sexual / pero me gusta verte andar en cueros; / el compás de tus pechos
aventureros / victimas de la gravedad / por eso me gustas tal y como eres; / Incluso
con ese par de libras de más.”
Y para rematar uno de los
versos más llamativos de neto corte “arjoniano”:
Tu reputación son las
primeras seis letras de esa palabra / llevarte a la cama era mas fácil que
respirar / Tu teléfono es de total dominio popular / y tu colchón tiene mas
huellas / que una playa en pleno verano / Has hecho el amor mas veces que mi
abuela / y aún no acabas ni la escuela.
El autor de esta enciclopedia
se muestra complacido por los resultados de su trabajo pero comparte con los
lectores el hecho asombroso de que artistas como Telémaco Arjónis hace muchos
siglos y su descendiente güatemalteco, obtengan el beneplácito de un público
mayoritariamente femenino en el que producen una histeria inexplicable con
piezas musicales de dudoso gusto. Estamos convencidos de que hay formas más
agradables de decir las mismas cosas o incluso –piadosamente- no decirlas. Otros
autores lo han demostrado sobradamente, pero el éxito tiene sus caprichos y en
ocasiones alimenta con sus mieles a personajes que, a pesar de todo, son medio
pescados.
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